Acumularon 881 cuerpos. La solución no fue ampliar instalaciones sino enviarlos a fosas comunes, sin perfil genético y sin el intento de identificarlos. En Tabasco, identificar un cuerpo es una lotería. No hay banco de datos post mortem. No hay panteón forense. No hay unidades de refrigeración de largo plazo. El cuerpo que nadie reclama …
Tira SEMEFO cadáveres como basura

Acumularon 881 cuerpos. La solución no fue ampliar instalaciones sino enviarlos a fosas comunes, sin perfil genético y sin el intento de identificarlos.
En Tabasco, identificar un cuerpo es una lotería. No hay banco de datos post mortem. No hay panteón forense. No hay unidades de refrigeración de largo plazo. El cuerpo que nadie reclama pasa días —a veces meses— en una plancha saturada. Luego es enterrado sin nombre.
La Ley General de Víctimas exige agotar los métodos de identificación antes de inhumar. Aquí, eso no ocurre. No por negligencia puntual, sino por ausencia total de infraestructura. En el sureste, entidades como Veracruz y Yucatán ya cuentan con panteones forenses en operación. En Tabasco, ni siquiera hay un terreno designado.
Mientras tanto, el proceso sigue su curso: cuerpos que entran sin identidad, se registran con datos mínimos y son enviados a una fosa común. Todo sin peritos certificados, sin protocolos homologados, sin oportunidad de volver al expediente.
La ciencia forense en Tabasco es una promesa sin presupuesto. Un esqueleto administrativo con bata médica.
RUTINA MORTUORIA
En Tabasco, los entierros sin nombre ya no son excepción: son rutina. Lo que debería ser una medida extraordinaria — la inhumación de cuerpos no identificados— se convirtió en el procedimiento habitual del sistema forense.
En años como 2016, 2018 o 2023, los cadáveres se acumularon hasta saturar las cámaras de resguardo. La solución institucional no fue reforzar el área genética ni ampliar la capacidad del Semefo. Fue enterrar. Rápido. Sin perfil genético. Sin cotejo dactilar. Sin el mínimo intento de identificar.
Basta un oficio. Un formato interno, con el sello de la Fiscalía. Así se autoriza la inhumación. No hay necesidad de juez, de familiares, ni de dictamen médico claro. El destino final de cada cuerpo se define como un trámite: un movimiento contable de restos que nadie reclamó.
ABANDONO FAMILIAR
Entre 15 días y tres años puede tardar ese proceso. Pero la conclusión es casi siempre la misma: una fosa colectiva en cualquier municipio del estado. El anonimato, aquí, no es resultado del abandono familiar. Es producto del abandono institucional.
EXÁMENES SIN FONDO
Cada cuerpo que entra al Semefo debería abrir una investigación. Pero en Tabasco, la necropsia — ese primer paso hacia la justicia— se ha vuelto un trámite hueco. Se llena un formato, se imprime un dictamen, se cierra un expediente. Nada más.
Tabasco, sin estrategias forenses
Mientras en Tabasco los cuerpos sin nombre se acumulan, otros estados del sureste han comenzado a responder. Veracruz, Yucatán, Quintana Roo, Chiapas y Campeche —con menos exposición mediática pero con acciones concretas— avanzan en estrategias forenses que aquí siguen pendientes.
Veracruz, con más población y más casos, cuenta desde 2017 con una Dirección General de Servicios Periciales, un panteón forense en funcionamiento y unidades de identificación con personal certificado. Además, ha comenzado a subir perfiles genéticos a la base nacional, algo que Tabasco no hace desde 2022.
Yucatán, pese a sus bajos índices de violencia, ya dispone de infraestructura para resguardo de cadáveres no reclamados y ha recibido apoyo federal para capacitar a peritos. En Chiapas, el gobierno estatal impulsó desde 2023 un programa para revisar entierros municipales y dar seguimiento a restos humanos sin identificar.
OTRAS RESPUESTAS
En Quintana Roo, tras el colapso del Semefo de Cancún, se inicia ron procesos de profesionalización. La entidad firmó convenios con instituciones nacionales y comenzó a digitalizar expedientes forenses. Campeche, pese a su limitada infraestructura, ya cuenta con refrigeradores móviles y tiene en revisión un decreto para crear un banco de restos.
En todos los casos, hay una constante: se reconoció el problema. Y se actuó. Tabasco aún no cuenta con un panteón forense, ni ha firmado convenios de cooperación interinstitucional.
Esquivan ley que exige identificar
La Ley General de Víctimas establece, con claridad, que ninguna persona fallecida no identificada puede ser inhumada sin agotar antes los mecanismos de identificación. En Tabasco, esa disposición se incumple de manera sistemática.
Según el Artículo 133 de la ley, antes de enviar un cuerpo a fosa común, deben tomarse muestras genéticas, registros fotográficos, huellas dactilares y describirse señas particulares. Todo debe ser almacenado en una base de datos accesible para futuras búsquedas.
Sin embargo, documentos obtenidos por transparencia revelan que en Tabasco más de 520 cuerpos fueron enterrados entre 2008 y 2024 sin ese protocolo completo.
DOCUMENTOS A MEDIAS
Las necropsias, en su mayoría, no especifican causa de muerte. Muchos expedientes no cuentan con cotejo genético. En otros casos, el cuerpo fue inhumado a las pocas semanas, sin perfil post mortem ni cadena de custodia trazable. Las carpetas están llenas de firmas, pero vacías de elementos forenses útiles.
La ley obliga a mantener un banco estatal de datos forenses y un mapa de fosas comunes. Ninguno existe en Tabasco. Cada municipio decide dónde entierra.